Tendencias en la fabricación de envases plásticos

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Mientras en Europa y en Estados Unidos proliferan las prohibiciones a las bolsas y otros productos de plástico, América Latina recorre un camino diferente, más racional y efectivo con la mira puesta en la sustentabilidad de los plásticos.

A principios del año entró en vigor la prohibición a las bolsas de plástico en el estado de California. Días después se presentó en el Parlamento Europeo el informe de la diputada Margret Auken donde proponía modificar la directiva sobre envases y residuos de envases a fin de obligar a los Estados miembros a reducir drásticamente el consumo de bolsas de plástico, iniciativa que acabó siendo aprobada en abril. En días pasados, el consejo municipal de Chicago aprobó una medida similar a la de California que se añade a la película, pero no con esto termina la historia, pues otras ciudades norteamericanas podrían seguir su ejemplo.

En el Reino Unido sigue debatiéndose la propuesta de tasar las bolsas de plástico para reducir su consumo. Los anales del parlamento británico dan cuenta de un debate muy cerrado aunque se perfila una decisión a favor de imponer la tasa. Igual en la ciudad de Nueva York, como herencia del inefable alcalde Bloomberg, siguen adelante las prohibiciones a los envases de poliestireno expandido y un pretendido impuesto a las bolsas de plástico.

Si bien, en el pasado Europa y los Estados Unidos fueron modelos para el resto del mundo sobre cómo abordar los asuntos ambientales, hoy no podemos decir lo mismo. Las posiciones irreductibles e incluso irracionales abundan, y las regulaciones a los plásticos no dejan de evidenciar la incapacidad de sus políticos y sus gobiernos para enfrentar de manera efectiva el verdadero problema de los residuos sólidos: la inadecuada disposición por buena parte de su población. Por eso, prefieren prohibir los productos y no actuar sobre las conductas de las personas. En otras palabras, es mejor irse por lo más fácil y echarle la culpa a unos cuantos que abocarse a responsabilizar a aquellos que son los verdaderos causantes del problema.

Las imitaciones a estas políticas son frecuentes en América Latina. Los legisladores y autoridades ambientales que las promueven parecieran suponer, si es que así lo hacen, que el contexto de países y ciudades norteamericanas o europeas se ajusta al de nuestros países y ciudades, pues en su argumentación hacen referencia y toman como ejemplo prohibiciones, impuestos y tasas, programas de sustitución y normas para el diseño de los productos establecidas del otro lado del Atlántico o en la tierra del Tío Sam. Nada más alejado de la realidad.

Uno de los principales argumentos de la diputada Auken para proponer la reducción del consumo de bolsas de plástico en la Unión Europea fue la baja tasa de reutilización (11%). Algo similar se adujo para justificar las prohibiciones en San Francisco, Los Ángeles y Chicago (12-15%). Sus imitadores en América Latina parecieran ignorar que en nuestros países las tasas de reutilización de las bolsas son muy cercanas al 100% si no es que en algunos casos se reutilizan más de una vez.

De la misma manera, en nuestros países existen los recicladores –personas que en lo individual o agremiadas recuperan en las madrugadas los residuos reciclables de los desechos domiciliarios- o como en México los “pepenadores” –trabajadores informales que separan los reciclables de la basura mezclada en los tiraderos- que en Europa o en los Estados Unidos son una clase social inexistente, obligan a los gobiernos a repensar si resulta conveniente imitar lo que hacen los alemanes, los austríacos o los daneses. Es cuestión de visión y entendimiento del contexto de cada país. Por eso las imitaciones resultan -en muchos casos- fuera de lógica, apartadas de la realidad e incluso lamentablemente fallidas.

¿Hacia dónde vamos en América Latina que nos distingue tanto de esos “modelos”?

En primer lugar está el reconocimiento de nuestras realidades. Los mexicanos, colombianos, ecuatorianos, brasileños y argentinos –por no repasar toda la geografía de la región- somos diferentes en muchos aspectos que los europeos o norteamericanos. Tenemos tantos o más siglos de cultura que ellos y eso es por demás importante. Además, nuestras culturas son distintas de modo que la imitación irreflexiva lleva casi siempre al fracaso.

¿Por qué México y Brasil son líderes mundiales en la recuperación de botellas de PET? ¿Por qué los residuos post-consumo que son reciclables se recuperan mejor en nuestros países que en otras latitudes? ¿Por qué las tasa de reutilización de bolsas que vemos en América Latina son tan superiores a las del resto del mundo?

La razón principal está en nuestra diferencias con los “países modelo” que muchos legisladores y autoridades soslayan, con todo y que debieran considerarlas como factor principal para definir sus propuestas de política ambiental en relación con los residuos y, en particular, con los plásticos. En otras palabras, por ignorancia o por insensibilidad política. No digo más...

¿Por qué digo que América Latina avanza a contrapelo con el resto del mundo? Muy sencillo. Mientras que en Europa y en los Estados Unidos proliferan las prohibiciones, en nuestra región cobra más importancia la producción y el consumo sustentable de los productos plásticos. Esto no ocurre en el “mundo civilizado”...

Por ejemplo, en Colombia hay un acuerdo entre la industria y los autoservicios para reducir el consumo de bolsas a través de un “embolsado” más eficiente, con mayor carga. En México, la tendencia va creciendo hacia la producción y el consumo sustentable que incluye lo hecho por los hermanos colombianos y otras cosas más. En la ciudad de Buenos Aires está prohibido el uso de aditivos degradantes porque –de acuerdo al INTI- perjudica el reciclaje, de la misma manera como en Costa Rica se adoptó una resolución similar a instancias de la Universidad Nacional. En Brasil se privilegia la reutilización y el reciclaje, y en el Ecuador se libra una batalla para que los intentos de tasar las bolsas se orienten hacia la producción y el consumo sustentable.

En otras palabras, varios países de la región están recorriendo un camino diferente a las de las prohibiciones y de la degradación con aditivos. Como decimos en México, no estamos exentos de “prietitos en el arroz” pero en lo general América Latina avanza –y a contrapelo- de lo que ocurre en otras latitudes y- sobre todo- en una dirección que es más sustentable que las prohibiciones, los impuestos o la degradación por decreto.

¿Qué nos hace falta? No mucho. Bastaría con que las asociaciones de industriales del plástico lleguen a un consenso acerca de la sustentabilidad de los plásticos basada en criterios de producción y consumo sustentables. Si lo logramos, estaremos a la cabeza de todos los demás países de este mundo mundial...

Colombia y México estamos impulsando esto. Para lograr que se convierta en una política regional se necesita del consenso y del concurso de las demás asociaciones del plástico de la región que no dudo se pueda lograr con éxito en el corto plazo.

Insisto, por fortuna para todos nosotros, América Latina es diferente en muchos aspectos al resto de mundo. Evitemos las imitaciones transatlánticas o del norte (dizque civilizado) y alcancemos ese consenso regional que en mucho nos beneficiaría a todos.

Por mi parte, estaré a la disposición de quienes quieran conversar acerca de este y otros temas, del 16 al 19 de junio en Buenos Aires, hermosa ciudad de magnífica gente.

Saludos cordiales.

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