Menos es mejor

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En el plástico, no todo lo rige el PIB, así lo aprendimos en México en 2013 y probablemente sea bastante parecido en otros países de la región.

Durante lustros nos acostumbramos a estimar el crecimiento de la industria del plástico de México con una regla muy simple, “PIB por Dos”, porque los ciclos que determinan la evolución de los mercados y el comportamiento de la producción se movían al parejo, como los delfines suelen entrar y salir del agua siguiendo al unísono las cadencias de un mismo compás. Sin embargo, con la entrada del Siglo XXI, empezamos a ver que esa regla ya no se cumplía del todo y en vez de buscar una explicación al origen de ésto, fuimos reduciendo el factor para que la fórmula se fuese ajustando a la realidad observada hasta que en 2013 la aritmética ya no dio para más.

El año pasado, por primera ocasión en toda la historia de la industria mexicana del plástico, la macroeconomía creció y el consumo y la producción de plásticos mostraron tasas negativas. Un incremento magro pero positivo del Producto Interno Bruto del 1.1% contrastaba con todos los indicadores del mercado y la industria que se situaban en el rango de “menos 4” respecto de 2012.

En el México de 2013, resultó imposible pensar que un crecimiento en el global de la economía pudiera ser factor de impulso a la demanda y la producción de plásticos. La aritmética del “PIB por algo” quedó sepultada. Rascándole a otras variables encontramos que el consumo de los hogares se redujo del orden del 5% y las exportaciones manufactureras distintas a las automotrices cayeron casi 8%. Ahí estaba “el quid” del asunto, entender qué porciones de la economía son las reales consumidoras de plásticos y aprender a tomarles el pulso a tiempo para poder reaccionar de manera oportuna.

Creo que el caso de México no es único en América Latina, así nuestra economía esté mucho más ligada a la de los Estados Unidos o seamos un país con mayor apertura comercial. Creo por igual que los mercados del plástico en nuestros países tienen impulsores similares, el consumo de bienes y servicios de los hogares y las exportaciones de manufacturas de modo que una mirada a los indicadores que podrían definir el comportamiento de esas variables quizá nos de algo de luz sobre lo que se podría esperar de las industrias de varios de nuestros países.

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Empezaré por México. El crecimiento del PIB y de otras variables será moderado aunque el consumo de los hogares podría verse limitado por la todavía alta inflación (comparada con la de Estados Unidos). Pensar que el consumo de plásticos crecerá más del 5% sería muy optimista, más que eso, ilusorio. En las exportaciones, tendríamos que descontar las petroleras por su nulo contenido de plástico. El factor más determinante para prever cómo evolucionará la producción nacional de plásticos es el posible crecimiento de las importaciones de estos productos ya que tenemos del otro lado de la frontera a uno de los mayores productores del mundo y cualquier excedente que tenga buscará colocarlo en su vecino inmediato del sur: México.

En Colombia, Chile y Perú se podrían esperar crecimientos interesantes del consumo de plástico pues su consumo interno y/o sus exportaciones crecerán a tasas significativamente superiores a las del PIB y con inflaciones bastante bajas. El asunto clave está en que sus industrias manufactureras estén debidamente integradas –que el consumo de los hogares se abastezca mayormente de producto de origen nacional- y que su exportación no esté dominada por bienes que consumen poco plástico como las materias primas básicas. Sin conocer mucho de su estructura interna me aventuraría a pensar que el consumo de plásticos estará creciendo en 2014 a tasas del orden del 7-8%.

En estos tres países, mucho dependerá de la estructura de su comercio exterior en plásticos para saber si ese crecimiento en la demanda beneficiará más o menos a los procesadores de cada país.

Los casos de Argentina y de Brasil los veo similares al de México, aunque con algunas diferencias. Bajos crecimientos del consumo interno con altas inflaciones pudieran preludiar que los hogares argentinos y brasileños tengan que limitar su consumo a los bienes más básicos o destinar parte de su gasto a rubros que no consumen plástico (educación, intereses financieros, combustibles y transporte, arrendamientos, etc.). Si la exportación de materias primas es dominante, igual será difícil que este rubro impulse mucho el consumo de componentes o de empaques plásticos. Por eso pienso que –como México- difícilmente verán incrementos en el consumo de plástico superiores al 4% en 2014. Espero equivocarme por el lado conservador y que las cifras sean muy superiores.

Como diría Sir William Shakespeare, “To PIB or not to PIB… That’s not the question”.

¿Qué podríamos hacer para impulsar las industrias y los mercados de plástico de nuestros países más allá de lo que las macroeconomías nos permiten?

Algo ya lo apunté en la primera entrada del Café Plastitlán: De los 39 mil millones de dólares de materias primas y productos plásticos importados en 2012 por los países de América Latina, sólo el 15% proviene de países de América Latina, mientras que el 80% del total se origina en los Estados Unidos, Asia y Europa. Algo muy parecido sucede con nuestras exportaciones de modo que una vía para que nuestras industrias crezcan está en impulsar de manera decidida el comercio exterior de plásticos dentro de la región, es decir, entre latinoamericanos.

El pastel que tenemos a nuestro alcance y que podríamos repartirnos entre nosotros mismos es de tal magnitud que cualquier esfuerzo que hagamos para comerciar más de manera intensa entre latinoamericanos rendirá frutos positivos y, mejor aún, desde el corto plazo. De esta manera, evitaremos que el PIB y sus secuelas determinen las perspectivas de nuestras industrias y de nuestras empresas en este 2014.

En este esfuerzo, lo que decidan hacer las asociaciones de la industria del plástico será determinante pues el esfuerzo individual –de las empresas por sí solas- será insuficiente. No creo que deban esperar hasta que se vean en Buenos Aires en junio, en Bogotá a fines de septiembre o en la Ciudad de México en noviembre.

¿Qué tal una cumbre de asociaciones nacionales a medio camino en los próximos dos meses? ¿Quién dice yo para convocarla?

Ustedes ¿qué opinan?

Saludos cordiales.

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