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Antier fue el Día Internacional de la Tierra y los medios se llenaron de declaraciones, consejos, apologías, denuncias, publicidad verde y ofertas de productos ecológicos donde -de nuevo- los plásticos fueron acusados de villanos ambientales.

Más que conmemorar algo realmente memorable, la mayoría de las decenas de publicaciones acerca de la Madre Tierra y su día tuvieron otros propósitos. Muchas fueron declaraciones lastimeras sobre los males del planeta más para denunciar a otros que para crear conciencia en los lectores. No pocas se orientaron a dar “los 10 consejos” para honrar la conmemoración o demostrarle respeto y amor al planeta. Otras, nada escasas, tuvieron propósitos comerciales, ya fuera de una gran corporación “cacareando” sus acciones y logros a favor del medio ambiente o empresas de todos los tamaños ofreciendo sus productos verdes.

Dos días después, la internet y las redes sociales enmudecieron. Peor aún, poquísimas publicaciones hicieron referencia al tema central propuesto por la ONU para este año: Las Ciudades Verdes. Eso sí, 62 de las casi 100 páginas que consulté antier (dirán que soy ocioso pero no me gusta hablar por hablar) contenían alguna frase acusando a los plásticos de los males del mundo.

“No compren nada que esté hecho de plástico”, “Muestra tu amor al planeta diciendo NO a las bolsas de plástico”, “El 90 por ciento de la basura en el mar es de plástico”, “Una bolsa de plástico tiene un tiempo de uso aproximado de entre 12 y 20 minutos, pero tarda entre 15 y mil años en degradarse” son unos cuantos ejemplos de lo que vi en esas más de sesenta publicaciones. En el pecado llevé la penitencia pues por andar de fisgón, al final de mi búsqueda acabé con el estómago revuelto y la bilis derramada.

Debo aclarar que en algunas, muy pocas publicaciones exhortaban de manera positiva a la gente para que separara sus residuos plásticos a fin de ayudar a su reciclaje. Por desgracia, todas estas invitaciones eran de blogueros y ninguna de ellas provenía de la industria, tampoco de las asociaciones que los agrupan y representan.

Pareciera que la frase “que hablen de mí aunque sea mal” - atribuida a Oscar Wilde- nos complace. Pareciera que en nuestro mundo ya nos acostumbramos y no nos incomodan las falsas acusaciones, las medias verdades, el “greenwashing” o la cada día más deteriorada percepción que la sociedad tiene acerca de los plásticos. ¿Será?...

Si hablan mal del plástico es porque lo hemos permitido y lo seguimos permitiendo, así ponga en riesgo nuestros negocios y el patrimonio de muchos industriales y sus familias. Lo más que hemos hecho es “hablar bien” de los plásticos, de sus bondades y sus beneficios para la vida moderna aunque de manera tímida, casi en voz baja.

No nos hemos atrevido a “poner los puntos sobre las íes” y salir a desmentir a quienes hablan mal de los plásticos y los acusan sin fundamento de males que los productos no ocasionan. Sólo cuando algún legislador pretende prohibir nuestros productos es que brincamos para cuestionar sus argumentos. Pero si una cadena comercial promueve la venta de “bolsas verdes” bajo el argumento que conservan barriles de petróleo o reducen la contaminación ocasionada por las bolsas dizque de un solo uso o si una cadena hotelera cambia de vasos de poliestireno a vasos de cartón, casi siempre nos quedamos callados.

Peor aún, no hemos sido capaces de desmentir las falacias acerca de las bondades ambientales de los aditivos degradantes y hemos permitido que “convenzan” con sus promesas verdes –ninguna comprobada- a grandes consumidores de bolsas, películas, vasos y hasta botellas de plástico, a sabiendas de que no sólo son falsedades sino que perjudican de manera muy importante al reciclaje de los demás plásticos.

¿No será momento de que alcemos la voz ante la publicidad ambiental engañosa? ¿No habrá llegado el día en que le hagamos saber al consumidor de los muchos engaños sobre los plásticos de que es víctima?

Nuestra industria es una cadena que inicia en la petroquímica y termina con el reciclaje. Su valor es incalculable. Tan sólo en México, se estima, alcanza más de 35 mil millones de dólares al año. No dudaría en aventurarme a estimar que al nivel latinoamericano supere los 170 mil millones anuales.

¿Cuánto nos podría costar este comedido silencio en el que nos hemos sumido? ¿Cuánto nos podría costar salir a informar con veracidad y a desmentir la desinformación y el “greenwashing” a costa de nuestros productos?

Los gastos de publicidad de las empresas mexicanas rondan el 0,15% de las ventas. Si se elevara tan solo un 0,05% en nada les afectaría su estado de resultados pero permitiría destinar del orden de 17.5 millones de dólares a mejorar la imagen del plástico en mi país y a combatir la desinformación. No es nada y redundaría en mucho, muchísimo, todo en favor de nuestra industria. ¿Y si lo mismo hiciéramos entre todos los países de la región? Hagan sus cuentas...

Nada en esta vida es fácil, pero por igual muy pocas cosas son imposibles. Lo peor que nos puede suceder es no hacer nada...

Saludos cordiales.

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