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Investigadores proponen un sistema de depósito y reembolso para impulsar el reciclaje y reducir la basura importada.
La industria del plástico y la gestión de residuos se han convertido en temas de gran relevancia para Estados Unidos, especialmente al descubrirse que muchas empresas pagan por importar basura de países como China y México.
Esta práctica, aunque parezca paradójica, responde a la necesidad de contar con suficientes botellas, latas y otros materiales para fabricar productos hechos con contenido reciclado y satisfacer la demanda. Sin embargo, un grupo de investigadores del Instituto Mosbacher de Comercio, Economía y Políticas Públicas, parte de la Escuela Bush de Gobierno y Servicio Público de la Universidad Texas A&M, propone una alternativa que podría transformar el escenario: implementar en Texas un sistema de depósito y reembolso (DRS, por sus siglas en inglés) para fomentar el reciclaje y disminuir la dependencia de la basura importada.
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Este ambicioso proyecto, que se inspira en modelos vigentes en 10 estados de la Unión Americana y en algunos países del norte de Europa, podría reducir la cantidad de desechos que terminan en vertederos o dispersos en el paisaje. Además, plantearía beneficios económicos y ambientales significativos para uno de los estados más grandes e influyentes del país.
El desafío de importar basura plástica y la propuesta de Texas

En la actualidad, Estados Unidos enfrenta un escenario en el que grandes compañías, deseosas de mantener una imagen «verde» ante sus clientes, se ven obligadas a importar basura plástica para asegurar un suministro constante de materiales reciclados. Los investigadores del Instituto Mosbacher señalan que esta práctica es “completamente innecesaria” si se promueven iniciativas de reciclaje efectivas dentro de las propias fronteras.
La propuesta de un sistema de depósito y reembolso (SDR) en Texas consiste en cobrar una pequeña tarifa al comprador cuando adquiere un envase determinado y, posteriormente, devolver ese monto cuando el usuario regresa el recipiente a los puntos de recolección. Este mecanismo, popular en estados como Iowa y Michigan, no solo fomenta la participación activa del consumidor en el proceso de reciclaje, sino que también contribuye a reducir los residuos abandonados y la necesidad de importar desechos.
Actualmente, 10 estados de la Unión Americana cuentan con algún tipo de DRS. Allí, la tasa de reciclaje es notablemente superior a la de los estados sin este sistema. Por ejemplo, se estima que en las regiones con depósito se recicla cerca del 46% de las botellas de agua de plástico, mientras que en las regiones sin depósito la cifra desciende a apenas un 10%. Estas disparidades se extienden a otros materiales, como el vidrio y las latas de aluminio.
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Según la investigación del Instituto Mosbacher, la adopción de un DRS en Texas podría incrementar de manera significativa el volumen de desechos recuperados. El incentivo monetario motiva a los consumidores a devolver sus envases y, en consecuencia, disminuye la basura que termina en vertederos o en la vía pública.
El panorama en Texas: más de 18.5 mil millones de envases desechados

En 2021, Texas vendió aproximadamente 23.7 mil millones de envases de bebidas, de los cuales solo 5.2 mil millones fueron reciclados, de acuerdo con el Instituto de Reciclaje de Envases. Esta situación dejó unos 18.5 mil millones de latas, botellas y otros recipientes enterrados en vertederos o dispersos por el vasto territorio texano. De hecho, menos de una de cada cinco botellas de agua de plástico se recicla en el estado.
Además de los desafíos ambientales que esto representa, Texas se ve lejos de su meta oficial de alcanzar una tasa de reciclaje del 75% para 2035. La brecha entre lo que se produce y lo que se recicla conlleva también una pérdida económica importante; el estado dejó de percibir aproximadamente 372.6 millones de dólares en 2021 por concepto de chatarra. Este costo no solo recae en el medioambiente, sino también en las oportunidades de negocio y empleo que genera la industria del reciclaje.
Pese a estar lejos de su objetivo, en 2019 la industria del reciclaje en Texas generó casi 23,000 puestos de trabajo y aportó cerca de 5 mil millones de dólares a la economía del estado. Con la implementación de un DRS, los investigadores de la Escuela Bush sugieren que la cifra de empleos podría crecer de forma sustancial. Cada recipiente devuelto se traduce en actividad económica que involucra recolección, transporte, clasificación y procesamiento de materiales, además de la posible producción de artículos con contenido reciclado.
Asimismo, cuando el consumidor recibe un reembolso por cada envase que devuelve, existe la posibilidad de que ese dinero extra se gaste en los mismos establecimientos minoristas encargados de la recolección. Este fenómeno puede incentivar la participación de las tiendas y generar un círculo virtuoso: a mayor reciclaje, más ventas y más empleos.
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Obstáculos y soluciones para el sistema de depósito y reembolso de desechos plásticos

Aunque la efectividad de los sistemas de depósito y reembolso está probada, su implementación enfrenta varios desafíos. El primero de ellos tiene que ver con la abundancia y bajo costo de los plásticos vírgenes. Para muchas empresas, resulta más barato producir a partir de plásticos nuevos que incorporar materiales reciclados.
Falta de abastecimiento de materiales reciclados
Contrario a lo que pudiera pensarse, hay compañías deseosas de utilizar contenido reciclado, pero no encuentran la materia prima suficiente dentro de Estados Unidos. Ante la poca oferta, la importación de basura se convierte en una solución práctica y a la vez paradójica: se paga por residuos provenientes de otros países con la finalidad de cumplir compromisos de sustentabilidad.
El segundo gran obstáculo, según el informe de los investigadores, es la confusión en torno a las prácticas de reciclaje. La complejidad de los sistemas de recolección y las dudas sobre qué envases son realmente reciclables puede desalentar la participación de consumidores, minoristas y transportistas.
Recomendaciones clave para impulsar el reciclaje de plásticos en Texas

De acuerdo con el Instituto Mosbacher y la investigación realizada en la Escuela Bush de Gobierno y Servicio Público de la Universidad Texas A&M, existen seis pasos para lograr una implementación exitosa de un DRS en Texas:
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Invertir en una campaña de concientización pública
Trabajar con escuelas y organizaciones comunitarias para aclarar qué envases pueden canjearse y qué beneficios trae el reciclaje. -
Construir la infraestructura necesaria
Asegurar puntos de entrega accesibles y transporte adecuado para llevar los residuos recolectados a los centros de reciclaje. Se sugiere recurrir a fondos estatales y a los reembolsos no reclamados para financiar esta infraestructura. -
Aliviar la presión sobre las tiendas
En lugar de que los minoristas asuman toda la responsabilidad de almacenar contenedores devueltos y emitir reembolsos, se recomienda habilitar puntos de entrega cercanos a las tiendas u otros lugares de alta concurrencia. -
Asignar un depósito suficientemente alto
Un depósito mayor motiva a más personas a regresar sus envases, aumentando las tasas de devolución. -
Establecer incentivos financieros para usar plásticos reciclados de origen nacional
Con este paso, se alienta a las empresas a preferir materiales recuperados localmente, reduciendo la necesidad de importar basura. -
Exigir la participación en el sistema de registro de datos de distribución (SRD)
El apoyo regulatorio es fundamental para la transparencia, el cumplimiento y la eficiencia. Sin él, las metas del DRS podrían verse truncadas.
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El hecho de que Texas sea uno de los estados más grandes y poblados de Estados Unidos le otorga una posición privilegiada para asumir un rol de liderazgo en la gestión de residuos. Aun cuando la Legislatura de Texas se encuentra en proceso de considerar la propuesta de un DRS, la perspectiva de generar un impacto positivo en el medioambiente y la economía estatal resulta sumamente atractiva.
En última instancia, el éxito del sistema de depósito y reembolso dependerá de la colaboración entre autoridades, minoristas, fabricantes y consumidores. Si Texas logra asimilar y poner en práctica las recomendaciones de los investigadores del Instituto Mosbacher, podría sentar un precedente nacional que reduzca drásticamente la necesidad de importar basura y ayude al país a dar un paso más sólido hacia la economía circular.