El legado de Alberto Naranjo, exdirector del ICIPC, en la industria plástica

Como director del Instituto de Capacitación e Investigación del Plástico y el Caucho (ICIPC), Alberto Naranjo Carvajal trabajó arduamente por casi veinte años para crear riqueza a partir del conocimiento, como reza el lema de la institución. Ingeniero mecánico de la Universidad Bolivariana de Medellín, Ingeniero en Ciencias de los Materiales de la Universidad Técnica de Berlín, con especialización en procesamiento de polímeros y doctorado en Ingeniería en la Universidad de la Renania Westfálica (RWTH) en Alemania, logró posicionar a esta entidad como un referente en Colombia y Latinoamérica, con una propuesta diferenciadora que conjuga elementos críticos para la industria como capacitación, asesoría, servicios de laboratorio, investigación y desarrollo.

En junio pasado, Naranjo le entregó la dirección general del ICIPC a la doctora María del Pilar Noriega, quien se venía desempeñando como directora técnica, y quien ha sido un eslabón fundamental en los logros alcanzados por esta institución, que en marzo próximo celebrará su vigésimo aniversario con la realización de un Colloquium dedicado a presentar avances en materiales poliméricos y su procesamiento.

Tecnología del Plástico habló con el directivo sobre sus inicios en la industria plástica y su perspectiva de las transformaciones que ha atravesado la industria en las últimas dos décadas.

La pasión casual
Una pregunta suscitó el interés del doctor Alberto Naranjo por la industria plástica y marcaría su vida profesional. “Todo nace de una manera muy particular: Yo había terminado mi carrera de ingeniería mecánica y estaba dedicado al diseño y elaboración de componentes metálicos, cuando se me acercó alguien y me preguntó si le podía ayudar a fabricar una pieza de una herramienta neumática. Se trataba del torno de una pequeña turbina fabricada en material plástico. ¡Yo del tema no sabía absolutamente nada!, pero me pareció fascinante que se pudieran hacer piezas plásticas como la que me estaban mostrando en ese momento”, relata Naranjo.

El ingeniero se propuso a estudiar como autodidacta los materiales plásticos, con todas las dificultades tecnológicas y de información que existían en la década de los setenta. “Comenzó como un interés personal que evolucionó poco a poco, y por azares del destino me retiré del ejercicio laboral empresarial y me vinculé con la Universidad de Antioquia, para ejercer la docencia, impulsado en buena medida por el afán de aprender más sobre estos nuevos temas”, agrega.

Parte de ese estudio de los materiales plásticos llevó a Naranjo a Alemania, cuna de algunas de las tecnologías de transformación plástica y líder mundial en desarrollos tecnológicos para este sector.

“Me fui a Alemania buscando la respuesta a la pregunta que no supe contestar en mi juventud, de cómo fabricar esa pieza de plástico, pero ese tema específico no existía en ningún programa académico universitario en Alemania. Lo que me encontré fue el estudio de los materiales y el fundamento de los procesos. Eso lo estudié en mi segunda carrera, ciencias de los materiales, en donde los polímeros son una especialización”, cuenta.

Entre 1978 y 1980, Naranjo profundizó en Alemania sus conocimientos sobre los plásticos, y sobre un tema en particular que despertaba su interés: el diseño y la construcción de moldes. “Pasar de una idea a un producto final, lograr convertir un diseño en un producto. Para mí ha sido maravilloso, un proceso fascinante con posibilidades increíbles. Es un universo de creatividad impresionante”, dice Naranjo.

Gracias a sus pasantías en empresas en Berlín, pudo hacer varios contactos con esos sectores, que años después rendirían frutos. “Cuando estaba próximo a volver a Colombia presenté mi tesis de grado en un congreso, y entre el público se encontraba un profesor que, curiosamente, fue unos años después seleccionado para ayudarle a ACOPLASTICOS a poner en marcha el Instituto del Plástico. Todo fue una maravillosa cadena de coincidencias”, aseguró.

La concepción y el nacimiento del Instituto
Una vez regresó a su país, Naranjo se encontró con un “periodo de estancamiento”, ya que aunque habían pasado varios años, no existía todavía una clara necesidad de desarrollar tecnologías, materiales y aplicaciones con base en plásticos. El ingeniero, con nuevos y revolucionarios conocimientos sobre la industria plástica, puso en marcha la cátedra de procesamiento de polímeros, una materia electiva en ese momento, en la Universidad de Antioquia.

Por ese entonces, ACOPLASTICOS planeaba crear un instituto para el sector, en respuesta a que las empresas del gremio veían que el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, encargado de formar operarios, no satisfacía plenamente sus  necesidades. La entidad se reunió con representantes de la Universidad EAFIT y con las directivas de la empresa local Formacol, de donde surgió la idea de crear la Fundación Instituto de Capacitación e Investigación del Plástico y el Caucho, en 1987.

Se requería que el ICIPC tuviera un valor diferenciador. Previamente, los fundadores habían acordado que no se enfocaría únicamente en capacitación, sino que involucraría investigación, y tendría un fuerte énfasis en el sector productivo colombiano. Se trataba de un instituto que trabajaría muy de la mano con el sector de plásticos de Alemania.

“Definieron las metas del proyecto, y un cronograma de ejecución para el Ministerio de Cooperación Económica en Alemania. Es en ese momento cuando el Director del Instituto de Procesamiento de Polímeros de Stuttgart, el profesor que vio mi sustentación de tesis en Berlín, me contacta. Cuando me contó de qué era el proyecto me di cuenta de que era lo que yo estaba buscando desde hace diez o quince años”, relata Naranjo.

“Era perfecto para mí. Me postulé y formé parte del primer grupo de docentes que se fue a Alemania en 1990, a aprender. Básicamente, yo fui a conocer cómo funcionan los institutos y cómo es su relación con las empresas, el sector académico y de investigación. Desde ese momento se tejieron con los institutos alemanes unas relaciones estrechas y de gran confianza, que han sido de increíble valor para nosotros”, explica.

En 1993, el Instituto inauguró su sede y comenzó a trabajar con una planta de sólo cinco personas. La labor era ganar reconocimiento y despejar las dudas existentes sobre la utilidad del ente para el sector.

“Al principio no todos veían a la institución como algo que les fuera a aportar. Querían algo para los operarios, pero no para hacer proyectos de investigación en un país como Colombia. Inicialmente, la actividad se centró en la capacitación, lo que nos permitió acercarnos a las empresas, conocer su estructura, sus preocupaciones, la manera como se ven y los recursos que utilizan para desarrollar productos y atender mercados”, dice el ingeniero.

Fue esa actividad inicial la que permitió que las empresas conocieran al ICIPC y ahondaran en temas otrora extraños para la industria. Así lo recuerda Naranjo: “Al principio nadie sabía lo que era la reología, o su importancia en el procesamiento de moldes. Esa fue una de las primeras tareas que tuvimos con el sector: Ir generando ese acercamiento en polímeros y su vinculación con la práctica”.

A mediados de los años noventa, el Instituto dio un gran salto en su proceso de crecimiento, cuando en Colombia se pusieron en marcha los programas para la financiación de proyectos de investigación y desarrollo, basados en el decreto 344 de la Ley de Ciencia y Tecnología, que le permitía al SENA dedicar 20% de sus ingresos para apoyar proyectos de esta índole.

“El instituto inmediatamente se dio a conocer con Bancoldex (Banco Comercial Exterior de Colombia) y Colciencias (Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Información), y comenzó a presentar proyectos y a conseguir financiación. Es ahí donde todo despega, y cuando el instituto le hace uno de los mayores aportes al país: Mostrarles a los empresarios que la inversión en investigación y desarrollo no solo es rentable, sino fundamental para la competitividad y la productividad”, explica Naranjo.

Hoy en día, el Instituto de Capacitación e Investigación del Plástico y el Caucho  dedica las tres cuartas partes de su actividad a proyectos de investigación y desarrollo, área en la que genera su mayor impacto.

El futuro
En 2013, el Instituto cumplirá 20 años. En esas dos décadas, el ICIPC ha sido testigo del desarrollo de la industria y su consolidación como un sector abierto a la innovación y al desarrollo.

El impacto del Instituto ha trascendido las fronteras colombianas. Su proyección internacional se evidencia en congresos, en la creación de patentes y en el mantenimiento de relaciones con instituciones de otros países. En la actualidad, el ICIPC trabaja con grupos de investigación de la Universidad Simón Bolívar, en Venezuela, así como con organizaciones en Chile, Ecuador y Perú, principalmente.

Con la salida de Naranjo de la dirección del Instituto de Capacitación e Investigación del Plástico y el Caucho, no terminará la participación del especialista en el desarrollo de la industria plástica en Colombia y Latinoamérica.

“Seguiré vinculado al instituto como consultor. Dejo la dirección general en manos de María del Pilar Noriega, quien me ha acompañado en el Instituto durante 20 años, 17 desde la dirección técnica”.

Naranjo reconoce en la doctora María del Pilar Noriega una persona con unas capacidades increíbles para desempeñar la dirección general. Precisamente, aduce que el éxito del Instituto y su futuro promisorio se deben a la labor de personas con ese perfil, que han trabajado desde diversas instancias para darle al sector de los plásticos en Colombia y en Latinoamérica herramientas de capacitación, asesoría, investigación y desarrollo para potenciar su labor diaria: “A pesar de ser tan pequeño en cuanto al número de personas que lo conforman, el Instituto ha generado logros que se pensaría que son casi imposibles. Es un equipo humano increíblemente valioso. Ellos han hecho que todo sea posible”.